Beneficios para el medio ambiente de comer insectos
Los insectos comestibles son una fuente de alimento muy nutritiva que lleva formando parte de la dieta en los seres humanos durante miles de años. Aunque actualmente su uso es más limitado, los insectos se han convertido en una alternativa sostenible y prometedora a la carne convencional por su menor producción en CO2 y menor consumo de agua. La producción de carne animal ha aumentado a nivel mundial de forma constante en las últimas décadas, generando preocupación por el impacto ambiental que genera esta práctica.
La cría de animales para el consumo humano tiene un alto costo en términos de recursos naturales. Se requiere grandes cantidades de agua, alimentos y energía para producir carne. Las granjas industriales de ganado son también una fuente constante de contaminación en todos los ámbitos, aire, agua, mar y tierra. Emisiones de gases de efecto invernadero, que contribuyen al cambio climático, contaminación de aguas y tierras con excrementos que destruyen ecosistemas y un sinfín más de problemas que se van acentuando a medida que crece la población mundial.
La solución a los problemas del medio ambiente podría estar en los insectos comestibles. La cría y producción de los bichos respeta más los ecosistemas, requiere menos recursos que la producción de carne y también contaminan menos la naturaleza. Además de los beneficios para la salud de introducir insectos en la dieta, este nuevo alimento nos ayudará a mantener y respetar la naturaleza. Con ellos podremos buscar la seguridad alimentaria a nivel global de una forma mucha más sostenible.
Los insectos consumen menos recursos naturales
Los recursos naturales son limitados y finitos por lo que debemos evitar el uso excesivo de estos para nuestra supervivencia en el futuro. La sobreexplotación y agotamiento de la tierra, el agua, el aire y otros recursos naturales puede poner en serie peligro el desarrollo de seres humanos y otros organismos vivos en la Tierra. La producción de alimentos, el estilo de vida y consumo insostenible de las sociedades modernas son responsables de este deterioramiento de los recursos naturales. Es importante que los seres humanos adopten prácticas y comportamientos más sostenibles y responsables como la incorporación en la dieta de carne de insectos en detrimento de la carne convencional.
Menos tierra fértil y espacio
La producción convencional de carne requiere una gran cantidad de tierra y espacio para la cría, grandes instalaciones para almacenar, procesar y envasar… La cría de animales para carne también implica la producción de alimento para su engorde. Cultivar maíz, soja y otros cultivos, también requieren grandes extensiones de tierra generando deforestación y la degradación del suelo. La producción de insectos comestibles podría tener beneficios en el medio ambiente al necesitar menos tierra y espacio. Los insectos pueden ser criados en instalaciones de menor tamaño. Pueden criarse en interiores, alimentarlos con desechos sin necesitar gasta tierras fértiles, e incluso, pueden ser cultivados en vertical. Con una mayor aceptación del consumo de carne de insecto se reduciría la explotación de tierras fértiles cultivables, la deforestación y la desertificación.
Gastan mucha menos agua
La escasez de agua es un problema cada vez más grave en todo el mundo y se considera una amenaza para la supervivencia de la humanidad y la biodiversidad del planeta. La producción de carne de ganado como la vaca requiere de un gasto hídrico bestial. Se calcula que para producir un kilogramo de proteína de carne de res se necesitan más de 15000 litros de agua potable. Los insectos comestibles necesitan muchísima menos agua para producir un kilogramo de proteína e incluso los podemos criar en sistemas hidropónicos que la reciclan de forma circular.
Existe la posibilidad de alimentar a los insectos con restos y desperdicios de la industria alimentaria. Sustituir la carne de animal por la de insecto haría desaparecer todo el pasto y cultivos, lo que ahorraría una cantidad de agua muy importante. La ciencia ha demostrado que los insectos son mucho más eficientes en el gasto de agua que la carne.
Menos alimento y reciclado de deshechos
En primer lugar, los insectos son muy eficientes en la conversión de alimento en proteína. Requieren mucho menos alimento para producir la misma cantidad de proteína que los animales tradicionales de granja. Se estima que se necesitan alrededor de 10 kg de alimento (pastos y piensos) para producir 1 kg de carne de res. Por otro lado, solo se necesitan alrededor de 2 kg de alimento para producir la misma cantidad de proteína a partir de grillos domésticos. Los insectos comestibles tienen un ciclo de vida corto, crecen y engordan rápidamente. Pueden alimentarse con desechos orgánicos y plantas tóxicas reduciendo la cantidad de residuos que terminan en vertederos procedentes de industrias como la alimentaria o la agrícola.
Los insectos contaminan menos que los animales
Además de consumir más recursos, la producción de carne puede generar grandes cantidades de residuos y contaminar fuentes de agua cercanas, tierras y aire. El exceso de nutrientes, fertilizantes y químicos utilizados en la producción de carne y pasto para ganado contamina el suelo y el agua, perjudicando la salud del medio ambiente. La producción de insectos comestibles, por el contrario, genera menos residuos químicos, menos nitrógeno, amoniaco y CO₂, menos gases de efecto invernadero, menos contaminación de agua y suelos e incluido reducen la contaminación de otras industrias al aprovechar sus residuos.
Reducen el cambio climático
El principal problema que presentan las granjas convencionales industriales es la generación masiva de gases invernadero y su efecto en el cambio climático. Gases como el metano son producidos por el sistema digestivo de los rumiantes a escala masiva, perjudicando seriamente el medio ambiente. Los insectos no producen metano ni tampoco ingentes cantidades de estiércol. Por si fuera poco, los insectos pueden producirse localmente, lo que reduce la huella de carbono asociada al transporte de alimentos. Todo esto hace de los insectos comestibles un aliado ideal para la Agenda 2030.
No necesitan antibióticos ni otros químicos
Los insectos comestibles no necesitan antibióticos y medicamentos para su cría. En la industria de la carne convencional, donde se utilizan para prevenir enfermedades y aumentar la productividad de los animales. El uso excesivo de estos productos puede tener efectos negativos en la salud humana y en el medio ambiente. Contribuyen al desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos y a la contaminación del agua y el suelo con residuos farmacéuticos. Por el contrario, los insectos comestibles son resistentes a muchas enfermedades y no necesitan antibióticos ni otros químicos para su cría. Su cría se puede realizar en ambientes controlados donde se eviten pesticidas y otros químicos peligrosos para nuestra salud.
Mejora el ecosistema terrestre y submarino
Si convertimos los insectos en una fuente sostenible de proteína consumida diariamente podríamos reducir la presión sobre los ecosistemas naturales, tanto el terrestre como el submarino. La cría de insectos comestibles utiliza menos tierra que la producción de carne. Pueden criarse en espacios más reducidos, con esto reducimos la presión sobre la naturaleza dándoles más espacio natural a las diferentes especies de animales. Además, todas las mejoras al medio ambiente mencionadas anteriormente, mejorarán la capacidad de supervivencia de muchos animales y peces al reducir la contaminación y el gasto de recursos.
Ahorro energético
La transición de la carne convencional a los insectos también supondría un gran ahorro de energía y electricidad con sus respectivos beneficios al medio ambiente. Los bichos pueden producirse todo el año reduciendo la necesidad de almacenamiento. Su facilidad en la cría local, sin importar tanto el clima que verduras y hortalizas, ahorraría también costes de transporte. Estos pequeños seres vivos son muy eficientes en la conversión de energía debido a que su temperatura corporal es similar a la del entorno. No necesitan gastar energía en mantener una temperatura corporal constante como lo hacen los animales de sangre caliente. Al contrario que muchos cultivos agrícolas, los insectos pueden crecer en ambientes con menos luz natural reduciendo también la necesidad de energía para iluminación artificial.