Insectos comestibles como herramienta en la lucha contra el cambio climático
El cambio climático es uno de los mayores desafíos que enfrenta la humanidad en la actualidad y los insectos comestibles podrían ser la clave para revertirlo. Uno de los objetivos de la Agenda 2030 es cuidar el medio ambiente con actividades más sostenibles e impedir el cambio climático que estamos causando. La producción de alimentos es uno de los responsables del aumento de las temperaturas. La creciente población mundial y la mayor la necesidad de alimentos han aumentado la emisión de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono (CO₂) o el metano (CH4). En este contexto, la producción de proteínas animales convencionales, como el ganado vacuno, ha sido objeto de críticas debido a su gran impacto ambiental. ¿Podríamos reducir el cambio climático si todas las personas comiesen insectos de forma regular?. Lo analizamos en este artículo:
¿Ganadería y agricultura aceleran el cambio climático?
Ya sabemos que sustituir la carne convencional por los insectos comestibles tendría beneficios para la naturaleza. Una gran parte de los gases de efecto invernadero producidos por las personas se concentran en la industria alimentaria. Esta contaminación se produce en varias fases, desde el metano que producen las vacas durante su vida, hasta el combustible que se necesita para el transporte de frutas y vegetales.
Sin embargo, existe una solución. Los insectos comestibles pueden reducir el efecto del hombre en el cambio climático al limitar la producción de CO₂ y otros gases invernaderos. Estos pequeños animales son ricos en proteínas, vitaminas y minerales. Además, su producción industrial es mucho más eficiente y sostenible que la del ganado y muchas verduras o frutas.
Menos CO₂ que el ganado
En comparación con otras formas de proteína animal, la cría de insectos comestibles produce significativamente menos gases del tipo Dióxido de Carbono. Los insectos son animales con metabolismos mucho más simples, necesitan mucho menos oxígeno y expulsan menos dióxido de carbono en comparación a otros animales. También el proceso completo necesita de menor producción de CO₂ ya que apenas se necesita maquinaria o electricidad.
Menor gas metano que el ganado
No solo el CO₂ es un gas de efecto invernadero, hay muchos más en la industria alimenticia. Uno de los más preocupantes y peligrosos, más que el CO₂, en el metano. Los insectos emiten menos metano que los animales de granja convencionales, como el ganado. Tienen un sistema digestivo más simple lo que se traduce en una producción menor de gases.
La mayoría de insectos ni siquiera producen Metano. Sin embargo, es cierto que las termitas, cucarachas y las larvas de algunos escarabajos sí que emiten, y además, lo hacen en cantidades impresionantes. Aunque las emisiones de metano en estos insectos son mitigadas por la actividad metanotrófica de sus montículos y el suelo circundante. Su enorme biomasa, por número de ejemplares, las convierte en una importante fuente natural de metano atmosférico a escala global.
Menor gasto hídrico que la agricultura y la ganadería
Los insectos pueden convertir la comida en proteína de manera más eficiente que el ganado tradicional. Además de una transformación de nutrientes más efectiva, los insectos comestibles requieren mucha menos agua que la carne animal. Al reducir la necesidad de agua para los regadíos y las tierras de cultivo y pastoreo, se puede disminuir la desertificación y la degradación del suelo. Al evitar la desertificación aumentará la densidad vegetal es esas zonas lo que ayudará a combatir al cambio climático. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se necesitan alrededor de 15000 litros de agua para producir 1 kilogramo de carne de res. El mundo de los insectos comestibles requiere significativamente menos agua. Según un estudio científico de la Universidad de Wageningen, se necesitan solo 2000 litros de agua para producir 1 kilogramo de proteína de grillos.
Aprovechamiento de residuos
Los insectos pueden ser alimentados con residuos orgánicos, como frutas y verduras que no son aptas para el consumo humano. Esta condición reduce los desechos y la emisión de gases de efecto invernadero durante su tratamiento. En la producción de carne de insecto se pueden utilizar residuos orgánicos, como frutas y verduras no aptas para el consumo humano. Los insectos pueden convertir estos residuos en proteínas y nutrientes valiosos para ser aprovechados por las personas. El reciclaje de residuos orgánicos puede producir emisiones de gases de efecto invernadero. Cuando los residuos orgánicos se descomponen naturalmente en vertederos o estanques, producen grandes cantidades de metano. Gracias a las recetas con insectos, se pueden evitar estar emisiones usándolo como alimento para la cría de insectos.
Reducción de la deforestación y necesidad de tierras:
Tanto la ganadería como la agricultura necesitan de grandes cantidades de terreno para ser llevada a cabo. Esto puede llevar consigo la deforestación y destrucción de países naturales. La deforestación es uno de los principales contribuyentes al cambio climático. Los bosques actúan como sumideros naturales de carbono a la vez que llenan de oxígeno los cielos. La producción de carne, frutas y verduras es una de las principales causas de deforestación.
Por el contrario, los insectos para recetas pueden ser criados en espacios mucho más pequeños y no requieren grandes extensiones de tierra para su producción. Además, los insectos comestibles pueden ser alimentados con una variedad de alimentos, incluidos los residuos orgánicos, lo que reduce la necesidad de cultivar grandes cantidades de cultivos para alimentarlos con vegetales, como sucede con el ganado. La cría de insectos comestibles puede realizarse en interiores, lo que permite la producción en áreas urbanas y reduce la necesidad de tierras de cultivo.
Reducción de la contaminación del suelo y el agua
La producción intensiva de ganado, en particular de cerdos y vacas, produce grandes cantidades de estiércol y excrementos, que contienen altos niveles de nitrógeno y fósforo. Estos nutrientes pueden filtrarse en el suelo y las fuentes de agua cercanas, lo que puede causar una sobrecarga de nutrientes y contaminación del agua y el suelo. El pastoreo y las plantaciones pueden causar erosión en el suelo y la pérdida de nutrientes o que aumentará la deforestación.
Reducir el uso de pesticidas.
La agricultura y la plantación de comida para el ganado necesita usar pesticidas y otros productos químicos de forma regular. Los pesticidas pueden contribuir al cambio climático de diversas maneras ya que su producción y uso requiere una gran cantidad de energía y recursos. Muchos pesticidas están diseñados para ser persistentes en el medio ambiente, lo que significa que pueden permanecer en el suelo, el agua y la atmósfera hasta afectar negativamente a los ecosistemas.
Menor transporte y energía con cría en origen
Muchas piezas de proteína animal o vegetal proviene de regiones lejanas debido a que el clima y as condiciones locales no permiten su producción en la región. Los insectos comestibles suelen tener menos requisitos de clima y tener un mayor índice de supervivencia en cualquier parte del mundo por lo que su producción local es posible. La cría de insectos local evitará el transporte y los costes de energía asociados de otras mercancías como carnes, frutas o verduras. Además, es posible que los insectos sean más saludables que la carne convencional por lo que todo serían beneficios.